La directora técnica del Femenino de
Libertad tiene una vida particular, en la que lucha día a día para
conocer su verdadera historia. Florencia Cortéz Guel tiene 30 años
y es de Barrio Alberdi, ¿Tiene 30 años? ¿Es ese su verdadero
nombre? Son preguntas que se hace ella desde hace mucho tiempo.
Por Jonatan Becerra
Edición: Leonel Altamirano
Florencia es una hija “apropiada”.
La versión “oficial” es que su abuelo genético, se enteró que
su hija, menor de edad, estaba embarazada y decidió dar el bebé a
un matrimonio que no podía tener hijos.
Desde que ella razona, sabe que es hija
adoptiva y desde ese mismo momento, intenta saber quién es su madre
biológica: “No juzgo, porque mi mamá me amo profundamente, y yo a
ella, la cuide hasta el último día de su vida. Mi papá era el
mejor, el típico papá protector. Cuando falleció me costó mucho
superarlo”, comenta ella, con mucho orgullo de su familia adoptiva,
que fallecieron de cáncer. Su padre murió cuando tenía ocho años,
mientras que su madre, para esa época, estaba enferma, pero la
“luchó” mucho tiempo. Se mantuvo hasta que “Flor” cumplió
los 20 años y su vida se apagó.
“La búsqueda está un poco frenada.
Al no ser época de la dictadura, no es tan fácil, no hay mucho
apoyo. Es duro el tema, ya que no somos apoyados por el gobierno,
sólo por asociaciones no gubernamentales”, remarca, y acota que:
“Los delitos prescriben a los diez años, yo tengo 30. No hay apoyo
de nadie. Solo los desaparecidos en la dictadura no caducan, porque
son considerados delitos de lesa humanidad. Peleamos hace mucho
tiempo por la Ley de Identidad y Biológica, para que seamos tomados
igual que los de la dictadura, y así, tener acceso al banco genético
de abuelas”, concluye Cortéz, que a veces se siente agotada por
tanta burocracia, para poder avanzar un poco, pero no baja los
brazos. Su objetivo está claro en su mente: “Busco conocer mi
identidad o conocer mi historia”.
Los que conocen del tema, hacen
hincapié en que, las pistas o cabos sueltos, son claves en este tipo
de búsquedas: “Sólo sé, que mi partida de nacimiento es
totalmente trucha, que nací en una clínica del Cerro, que mi mamá
adoptiva fue anotada como mi mamá biológica”, enfatiza, y añade
que: ”Toda la familia de mi mamá adoptiva sabe, pero nadie dice
nada, tengo contacto con mis primos que me bancan, pero tengo tíos
que callan. Nadie dice nada”.
-¿Son muchas personas en esta
situación?
“Muchísima gente. En mi Facebook
sigo muchos grupos de gente que buscan padres y madres, que les
robaron sus hijos al nacer”.
“Mi mamá adoptiva se llamaba
Victoria Norma Guel, trabajaba en la Fuerza Aérea y todos sabían
del delito, pero nadie decía nada, solo la apoyaban. Es muy duro. Ni
siquiera sé si tengo 30 años. Mi papá se llamaba Moisés Cortéz
Correa. Desde que ellos no están, quedé sola, con amigos que son
pilares en mi vida (Eri, Pini, Petu, Lucre, Euge, Moro, Luci,
Josecito, los de la cancha, Marianne, Nadia, Mela, Ro, Marce, Romi,
Edu, Cristian y algunos amigos del curso, son algunos de los
incondicionales en los que se apoya día a día)”.
-Si conocieras a tu familia biológica
¿Qué harías?
“Preguntaría el por qué, sólo que
por ahí, no entiendo el delito”.
-¿Seguirías tu vida sola o te
aferrarías a ellos?
-”Sola. Me gustaría saber si tengo
un hermano o hermana. A veces, cuando camino, miro las caras
pensando, quizás, algún día ver a alguien parecido a mí. Saber
que en la Tierra hay alguien de mi sangre, me haría sentir
acompañada”.
-¿Te sentís lejos o cerca del
objetivo de conocer a tu familia?
“Depende el día. A veces con fuerza
y otras, no tanto. La esperanza es lo último que se pierde, dicen
por ahí”.
Florencia sólo se asesoró con casos
similares. Aclara que este año todo debería pasar al plano legal,
pero esperar a la justicia y tanta burocracia, la desaniman, y más
aún cuando no se encuentran respuestas. También, aclara que las
personas que sufren estos tipos de casos, viven el proceso en etapas,
y en la que se encuentra ella es la primera: querer saber de donde
viene, buscar su identidad, no tener una base, no saber nada de su
genética: “Yo tengo hernias de disco, que son hereditarias. A
veces me pregunto, ¿quién las habrá tenido?, ¿mi mamá?, ¿mi
papá?, ¿mis abuelos?".
Ella tiene muchas incógnitas por
resolver en su vida: ¿Tendrá 30 años? ¿Se iba a llamar Florencia?
¿Podrá saber de dónde viene? ¿Tiene hermanos?
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