viernes, 26 de febrero de 2016

BUSCANDO SU IDENTIDAD (segunda parte)

La directora técnica del Femenino de Libertad tiene una vida particular, en la que lucha día a día para conocer su verdadera historia. Florencia Cortéz Guel tiene 30 años y es de Barrio Alberdi, ¿Tiene 30 años? ¿Es ese su verdadero nombre? Son preguntas que se hace ella desde hace mucho tiempo.

Por Jonatan Becerra
Edición: Leonel Altamirano

Florencia es una hija “apropiada”. La versión “oficial” es que su abuelo genético, se enteró que su hija, menor de edad, estaba embarazada y decidió dar el bebé a un matrimonio que no podía tener hijos.

Desde que ella razona, sabe que es hija adoptiva y desde ese mismo momento, intenta saber quién es su madre biológica: “No juzgo, porque mi mamá me amo profundamente, y yo a ella, la cuide hasta el último día de su vida. Mi papá era el mejor, el típico papá protector. Cuando falleció me costó mucho superarlo”, comenta ella, con mucho orgullo de su familia adoptiva, que fallecieron de cáncer. Su padre murió cuando tenía ocho años, mientras que su madre, para esa época, estaba enferma, pero la “luchó” mucho tiempo. Se mantuvo hasta que “Flor” cumplió los 20 años y su vida se apagó.

“La búsqueda está un poco frenada. Al no ser época de la dictadura, no es tan fácil, no hay mucho apoyo. Es duro el tema, ya que no somos apoyados por el gobierno, sólo por asociaciones no gubernamentales”, remarca, y acota que: “Los delitos prescriben a los diez años, yo tengo 30. No hay apoyo de nadie. Solo los desaparecidos en la dictadura no caducan, porque son considerados delitos de lesa humanidad. Peleamos hace mucho tiempo por la Ley de Identidad y Biológica, para que seamos tomados igual que los de la dictadura, y así, tener acceso al banco genético de abuelas”, concluye Cortéz, que a veces se siente agotada por tanta burocracia, para poder avanzar un poco, pero no baja los brazos. Su objetivo está claro en su mente: “Busco conocer mi identidad o conocer mi historia”.

Los que conocen del tema, hacen hincapié en que, las pistas o cabos sueltos, son claves en este tipo de búsquedas: “Sólo sé, que mi partida de nacimiento es totalmente trucha, que nací en una clínica del Cerro, que mi mamá adoptiva fue anotada como mi mamá biológica”, enfatiza, y añade que: ”Toda la familia de mi mamá adoptiva sabe, pero nadie dice nada, tengo contacto con mis primos que me bancan, pero tengo tíos que callan. Nadie dice nada”.

-¿Son muchas personas en esta situación?
“Muchísima gente. En mi Facebook sigo muchos grupos de gente que buscan padres y madres, que les robaron sus hijos al nacer”.

“Mi mamá adoptiva se llamaba Victoria Norma Guel, trabajaba en la Fuerza Aérea y todos sabían del delito, pero nadie decía nada, solo la apoyaban. Es muy duro. Ni siquiera sé si tengo 30 años. Mi papá se llamaba Moisés Cortéz Correa. Desde que ellos no están, quedé sola, con amigos que son pilares en mi vida (Eri, Pini, Petu, Lucre, Euge, Moro, Luci, Josecito, los de la cancha, Marianne, Nadia, Mela, Ro, Marce, Romi, Edu, Cristian y algunos amigos del curso, son algunos de los incondicionales en los que se apoya día a día)”.

-Si conocieras a tu familia biológica ¿Qué harías?
“Preguntaría el por qué, sólo que por ahí, no entiendo el delito”.

-¿Seguirías tu vida sola o te aferrarías a ellos?
-”Sola. Me gustaría saber si tengo un hermano o hermana. A veces, cuando camino, miro las caras pensando, quizás, algún día ver a alguien parecido a mí. Saber que en la Tierra hay alguien de mi sangre, me haría sentir acompañada”.

-¿Te sentís lejos o cerca del objetivo de conocer a tu familia?
“Depende el día. A veces con fuerza y otras, no tanto. La esperanza es lo último que se pierde, dicen por ahí”.

Florencia sólo se asesoró con casos similares. Aclara que este año todo debería pasar al plano legal, pero esperar a la justicia y tanta burocracia, la desaniman, y más aún cuando no se encuentran respuestas. También, aclara que las personas que sufren estos tipos de casos, viven el proceso en etapas, y en la que se encuentra ella es la primera: querer saber de donde viene, buscar su identidad, no tener una base, no saber nada de su genética: “Yo tengo hernias de disco, que son hereditarias. A veces me pregunto, ¿quién las habrá tenido?, ¿mi mamá?, ¿mi papá?, ¿mis abuelos?".


Ella tiene muchas incógnitas por resolver en su vida: ¿Tendrá 30 años? ¿Se iba a llamar Florencia? ¿Podrá saber de dónde viene? ¿Tiene hermanos?

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